En un momento en el que todo el mundo habla de regeneración democrática, permítanme que les hable de la regeneración cerebral. El motivo es obvio: El Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2011 ha sido concedido a tres neurocientíficos de gran relevancia. Joseph Altman terminó con el dogma cajaliano de que el cerebro no tiene capacidad de regenerarse. Hoy sabemos que en el cerebro adulto hay células madre que producen nuevas neuronas. Es la neurogénesis. Altman fue el primero en darse cuenta de su existencia, primero en ratones y posteriormente en gatos. Además, sugirió que las nuevas neuronas desempeñaban un papel crucial en la memoria y el aprendizaje porque migran al hipocampo, estructura clave en estos procesos. Era el año 1960 y durante 25 años nadie le hizo caso. Arturo Álvarez Buylla, colombiano de origen asturiano, está profundizando en los mecanismos inherentes a la neurogénesis, identificando las células gliales como reservorio de nuevas neuronas, así como su migración en cadena a diferentes zonas del cerebro.
Seguro que Giacomo Rizzolatti no pensaba en este reconocimiento internacional cuando en su laboratorio de Parma descubrió las neuronas espejo. La historia tiene su gracia porque demuestra que la fortuna es un gran aliado de la investigación científica. Junto con sus colaboradores, Fogassi y Gallese, Rizzolatti estudiaba la actividad cerebral responsable del movimiento en animales de experimentación. Se percataron de que había unas neuronas que se activaban no sólo cuando movían una extremidad sino cuando veían al investigador ejecutar los mismos movimientos. Estas son las neuronas en espejo, imbuidas en redes neuronales complejas. Posteriores experimentos han mostrado que estas áreas se activan cuando una persona se pone en el lugar de otra, que es la base de la empatía, motor esencial de la conducta humana para las relaciones sociales. Su función se altera en el autismo y en las psicopatías, por motivos bien distintos. Las neuronas en espejo son también un elemento clave en la imitación de conductas. De hecho, son en parte responsables de que las emociones (risa, aburrimiento, tristeza, etc) se 'contagien'.
Estas trayectorias ponen de manifiesto dos hechos anecdóticos pero frecuentes en ciencia: hay hallazgos muy importantes que pasan desapercibidos y la chiripa es un ingrediente muy valioso del proceso de investigación. Lo realmente trascendente es que los descubrimientos de Altman, Álvarez-Buylla y Rizzolatti han cambiado nuestra forma de entender el cerebro. Además, se intuyen aplicaciones directas. Conocer la neurogénesis y la forma de inducirla podrían llevar directamente a aplicaciones clínicas para el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas, como el alzheimer y el parkinson. También el autismo podrá ver nuevas terapias. Enhorabuena a los galardonados, a todos los investigadores que trabajan en neurociencias y medicina regenerativa y a toda la sociedad que se podrá beneficiar de estos conocimientos.
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